Carla García |
Congresistas y regidores le entran a la trompeadera brava por twitter mientras nosotros aplaudimos felices y a más insultos, mayor diversión. Políticos y líderes de opinión se sientan uno al lado del otro y se apuñalan verbalmente casi todas las mañanas, entre tanda y tanda comercial. El tema de fondo se pierde y quedan flotando los coloridos epítetos. Saco largo, incapaz, panzón, borracho, vaga. ¿Por qué celebramos tanto que un político le diga a otro “pato”, en televisión abierta? ¿Los hemos escogido para que nos representen o están ahí porque representan lo peor de nosotros? ¿Huevo o gallina? ¿Quién es el burro, tú o yo? Es el concurso del más achori que se premia con el poder. Quien ofende más, gana más seguidores y acorta el camino a la fama. Un asco, en un país que lucha por cambiar y volverse mejor.
Al ofrecerme esta columna, me pidieron que escriba sobre la vida cotidiana porque ya había muchas columnas sobre política nacional. Por eso mejor les hablo a los padres. Si tu hijo está resfriado, no lo mandes al colegio porque contagia al resto. Si le pica la cabeza, lávale el pelo con champú antipiojos. Si quieres que sea una buena persona, explícale que a veces los seres humanos –cuando no saben qué decir ni cómo defenderse– envilecen y se insultan por las puras. Enseña a tu hijo con el ejemplo.
Y tú, alto representante de la política nacional, haz el favor de no plegarte al bullying porque hay humanitos en crecimiento que te ven por la tele y puedes contagiarlos.