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IMAGEN - PUBLICIDAD Y COMUNICACIONES (IPC) Y EXPRESIÓN DEL VALLE CHICAMA LES AGRADECE POR SU PERMANENTE PREFERENCIA Y CONFIANZA EN EL TRABAJO PERIODÍSTICO / JAVIER GUZMÁN VALVERDE - DIRECTOR / KAREN CHÁVEZ ZAVALETA - ADMINISTRADORA
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viernes, 28 de diciembre de 2012

Candidato que ladra no muerde (para bien y para mal)


Estuve entre quienes decidieron hacer público su voto por  Humala. Más aún, entre los que hicieron campaña a su favor superando el miedo a las quemaduras de primer grado que tal exposición política podían generar,  ya que en ese momento el voto en blanco favorecía a Keiko Fujimori. Lo hice, como muchos, motivado por una plena convicción de que lo peor que le podía ocurrir al Perú era la vuelta del Fujimorismo ¿Qué expectativas frente a Humala? Más eran los temores.

Lo más positivo: las dudas se resolvieron a favor de Humala
Por eso, lo más positivo de este año y medio transcurrido desde entonces es que casi todas  esas dudas de las que hablaba Levitsky-frente a las certezas negativas en el caso de Keiko- se han resuelto  positivamente.

Humala no fue un Chávez. No se trajo abajo el crecimiento económico, con ideas extremistas, oportunistas, estatistas o populistas. No causó problemas con Chile por sus  planteamientos belicistas.
¿Subyace acá un cambio de posiciones? Obviamente que sí. Hasta se podría decir que “candidato que ladra no muerde”.   Estaríamos en serios problemas si, por el contrario,   el gobierno estuviera siguiendo el camino venezolano, o embarcado  en un radical cambio de modelo económico, más allá de lo que significa introducir modificaciones, matices y nuevas consideraciones. Es mejor  un incoherente cambio de posiciones que una consecuente realización de posturas absurdas y perjudiciales.
No tiene sentido criticar a Humala por creer que sería un Chávez y que cambiaría de modelo, para luego  criticarlo  por no haber incurrido en ambas cuestiones. Solo es lógico que lo hagan  quienes no solo no veían ambos aspectos como temores sino que era lo que querían que ocurriera. 
El miedo que menos se ha disipado es el de la posible militarización del régimen. No se podría decir que estamos de manera inexorable hacia esa situación, pero hay razones para preocuparse. Es una muy mala señal  el poder que tiene el ex militar Adrián Villafuerte, pese a no tener cargo alguno. Sería exagerado afirmar  que estamos ante un nuevo Montesinos, ya que sus pasos dejan huellas visibles que permiten su fiscalización, pero no por eso hay que dejar de mirarlo con especial atención. Como tampoco se puede pasar por alto que un número significativo de militares ascendidos pertenezcan a la promoción de Humala y que de acuerdo a recientes cambios normativos podrán permanecer más años en el cargo.
El recurrir al  Estado de emergencia frente a los conflictos sociales, como ocurrió en los casos de Conga y Espinar, va en la misma línea. Sobre todo porque en el marco de este estado excepcional  se cometieron abusos contra la población, similares a los cometidos durante los años de Fujimori y Montesinos (detenciones arbitrarias, siembra de pruebas, maltratos físicos,  persecución de dirigentes, respuestas desproporcionadas  frente a la protesta social etc).
Recientes normas que permiten a las Fuerzas Armadas hacer determinadas compras sin licitación, o que establecen el secreto absoluto frente a toda información relacionada con la Seguridad y Defensa buscan,  sin lugar a dudas, el fortalecimiento del poder militar.
Pese a lo que está pasando en este último nivel, reiteramos que lo mejor del gobierno de Humala es que los temores que había frente a él no se han cumplido- por lo menos hasta ahora- aunque no está dicha la última palabra, por lo errático que ha resultado ser  el régimen.
Existen también un conjunto de medidas que podrían ser consideradas positivas. Entre ellas está, por ejemplo, la creación del Ministerio de Desarrollo e Inclusión social, donde se han centralizado los programas de ayudad social. Se trata de un ministerio que está buscando eficiencia, menos corrupción e ir más allá de la entrega de plata sujeta condiciones como el envío de los hijos al colegio. Una de las explicaciones de la importancia que se le da a esta  línea de acción del gobierno, es que la primera dama la ha escogida como su principal carta de presentación, lo cual es visible.
La aceptación del Presidente Humala alrededor del  50 % en todos los sectores socioeconómicos  y ámbitos geográficos del país se suele asociar al buen desempeño de  estos programas sociales.
Hay otras medidas concretas que han sido igualmente percibidas como positivas. Entre ellas está la  promulgación de la Ley de Consulta al comienzo de la gestión de este gobierno, la cual generó muchas expectativas, aunque estas han ido cayendo en la medida que se ha ido desnaturalizando la figura, claramente definida en el convenio 169 de la OIT.
El gravamen que se acordó con los empresarios mineros, como una especie de impuesto a las sobre ganancias,  generó también simpatías, ya que hasta ese momento había sido muy difícil que el sector empresarial aceptara  cualquier incremento obligatorio de sus aportes; sin embargo,  después el entusiasmo decayó,  al descubrirse  que el monto de lo que se desembolsaría en términos reales, sería mucho menor a lo  anunciado.  Recientemente ha sido visto  con buenos ojos la creación del Servicio Nacional de Certificación Ambiental para las inversiones sostenibles (SENACE), aunque todavía contiene puntos muy polémicos.
Ha habido muchos ministros que se podrían considerar por encima del promedio histórico en términos de trayectoria y capacidad, aunque su actuación haya estado muy limitada, tanto porque son “de Nadine sus ministros”, como porque ellos mismos no pusieron mínimas condiciones de independencia a la hora de aceptar el cargo.
En el haber está también los incrementos de remuneraciones a maestros, policías  y militares. También hubiera sido bueno, que esto mismo haya pasado con los jueces, sobre todo habiendo una sentencia del Tribunal Constitucional.
Igualmente, nadie podría estar de acuerdo- en principio- con la renovación de equipos para la Policía y Fuerzas Armadas, aunque otra cosa  es la forma y los  criterios con que se han hecho  las adquisiciones.
Entre la improvisación y lo nada importante Este tipo de medidas aisladas  por sectores , no impide que  la principal crítica frente al Gobierno en términos generales sea su precariedad e improvisación,  por la falta de liderazgo, de planes , de  equipos y  de políticas públicas frente a los problemas que históricamente arrastra el país y ante las amenazas que hoy tenemos  (la del   VRAEN, por ejemplo). Algo grave, que si bien era fácil de  prever, por no ser el nacionalismo un partido político,  podría  haber habido avances importantes en el tiempo transcurrido.  Aunque es justo decir que esta situación es   “más de lo mismo”, en el sentido que se está siguiendo la misma ruta que los anteriores gobiernos.
Con todas estas carencias no tenía sentido darse el lujo de expulsar  de los círculos del poder a una serie de personas, generalmente de izquierda, que ayudaron mucho en las elecciones. No solo se trata de un acto de deslealtad, sino que varias de ellas, por su capacidad profesional, podrían haber ayudado a gobernar. Esta crítica no quita haya sido sorprendente que varios de los expulsados, aún después de la patada presidencial hayan hecho lo imposible por retener el cargo o haber aceptado premios consuelo muy bien remunerados.
En cuanto a críticas puntuales, la primera  y más importantes es la que   se viene repitiendo hasta la saciedad ¿Qué fue de las políticas de inclusión, la parte central de la oferta electoral de Humala? Se ha continuado de una mejor manera con los programas de ayuda social, tal como se ha señalado,  pero bien se sabe, que se trata de paliativos que deberían ser transitorios. Mucho más importante hubiera sido poder  presentar indicadores sobre avances en temas de fondo como educación y salud pública, creación de diferentes tipos de empleo u otras formas de incorporación al aparato productivo del país o generación de oportunidades para todos.
Estas políticas de inclusión no deben ser postergadas, tanto porque es justo que haya una mayor equidad, como porque es la única manera de impedir que se desarrollen diversas expresiones de violencia, como actualmente es el caso de Movadef,  el que ha logrado atraer a miles de jóvenes, o la articulación de movilizaciones con fines lícitos y legítimos con otras que representan impulsos violentistas y  antidemocráticos.
Un gobierno que no ha hecho nada especialmente bueno, pero tampoco nada especialmente malo. Por momentos se estuvo cerca del denominado punto de quiebre, pero el gobierno retrocedió a tiempo. Lo más grave es que se está desperdiciando una época de oportunidades para avanzar en la solución de los problemas de fondo del país, especialmente en cuanto a la exclusión, tanto por una falta de voluntad política como por no saber gobernar.
En este mismo nivel del desarrollo económico se ha producido un acercamiento muy grande del presidente con los empresarios. Prueba de ello  es que en el CADE le dieron una aprobación del 75%. Es bueno que el poder político tenga óptimas relaciones con el sector del que depende la inversión y, por tanto, gran parte del crecimiento económico. Lo cuestionable es que haya una especie de mimetización de parte del jefe de Estado. Es peligroso, porque, al malacostumbrarlos,  a la primera discrepancia, vuelven a   la embestida que puede resultar mortal. También es injusto porque el buen gobierno tiene que ser para todos, más  si los empresarios hicieron lo imposible para que Humala no llegara al poder, y quienes lo ayudaron son los que hoy no aparecen en la foto oficial.
El presidente Humala debería aprovechar este acercamiento para convertirse en bisagra entre los empresarios y los intereses del conjunto del país. Debería lograr, por ejemplo, que en reciprocidad paguen más impuestos, cumplan con los derechos laborales, inviertan y apoyen la educación y salud pública, la seguridad, sean exigentes con ellos mismos en cuando a respeto de estándares ambientales o reconocimiento de la diversidad cultural, etc.
Se ha terminado el año  con menos conflictos sociales, pero el 2012 ha estado lleno de ellos y el gobierno ha demostrado no saber qué hacer. Se está muy lejos de haberse encontrado la manera de prevenir y solucionar pacíficamente estos conflictos, especialmente los socio ambientales. Generalmente se ha permitido que estallen y generen actos de violencia para solo en ese momento reaccionar torpemente.
Hasta ahora no se sabe qué va a pasar con los proyectos mineros suspendidos como  Conga, en relación a los que hay  una población local que se mantiene  en contra.
Cómo se podría saber, si todavía el Gobierno no  tiene ni ha puesto en debate un planteamiento general para hacer compatible la actividad extractiva con los derechos e intereses de la población indígena y local en general.  
Una omisión importante es  no haber, por lo menos, iniciado planes de desarrollo de otras actividades que nos permitan no depender únicamente de las industrias extractivas, como es especialmente el caso del sector agropecuario.
Nada importante se ha hecho en materia de lucha contra la corrupción, cuando simplemente se podría haber reinstalado  lo que funcionó bien en la época de la transición democrática: la  creación de un  buen subsistema especializado en la lucha contra la corrupción. Tampoco se ha sancionado de manera ejemplar los casos vinculados  al Gobierno (Chehade, Alexis Humala, etc.). Lo que ya adquiere categoría de escándalo es que siga siendo Director General de la Policía, la persona que se encontró en las Brujas de Cachiche conversando con el Vicepresidente de la República de un irregular desalojo.  
Frente  Seguridad, igualmente, no se ha hecho nada relevante .Si bien varios de los decretos legislativos que se acaban de aprobar tienen que ver con delincuencia,  más que un nuevo marco normativo lo que se necesita es voluntad política para aplicar el que ya existe. Frente a Justicia se podría haber replicado la CERIAJUS para actualizar el plan de reforma que dicha Comisión llegó a elaborar.
Toda esta lista de lo que no se está haciendo es especialmente grave, ya que estamos en una época de oportunidades, debido a los recursos económicos con los que hoy cuenta el país.
Alto voltaje
De otro lado, hay que seguir muy de cerca lo que está sucediendo con la Primera Dama, Nadine Heredia. Está bien que tenga un papel mucho más activo que el tradicional, coherente con la época. Pero no puede sustituir al presidente, tal como ocurrió cuando, por ejemplo, visitó sola a la presidenta del Brasil Dilma Rousseff. Tampoco puede  atribuirse facultades que no tiene legalmente, como es el caso de anunciar medidas políticas o participar de manera decisiva en la selección de ministros, lo que viene ocurriendo, según algunos de los convocados.
Ha sido también un grave error del presidente pedir públicamente  que los hijos de  Fujimori presenten  la solicitud de indulto a favor de su padre para evaluar el caso. Ello les generó expectativas e hizo que el tema pasara a ser casi el centro de la agenda política. Debió igualmente cerrar toda posibilidad apenas quedó claro que no había razones humanitarias de por medio sino políticas,  poniendo fin a las especulaciones y presiones.
Se culmina el año con  ciertos temores frente a la vigencia de los derechos de acceso a la información pública y de libertades de expresión e información por iniciativas  como la del  negacionismo o el secretismo respecto a toda información militar.
Conclusión: un Humala mejor del que podía haber sido, con un gobierno que no ha hecho nada especialmente bueno, pero tampoco nada especialmente malo. Por momentos se estuvo cerca  del  denominado  punto de quiebre, pero el gobierno retrocedió a tiempo. Lo más grave es que  se está desperdiciando una época de oportunidades para avanzar  en la solución de los problemas de fondo del país, especialmente en cuanto a exclusión, tanto por una  falta de voluntad política como por no saber gobernar. La inexistencia de buenas políticas está permitiendo también el avance de una serie de amenazas. Tampoco  se puede negar  que el  régimen sigue presentando riesgos  y  peligros.  
Sin embargo, nada de lo que ha ocurrido hasta ahora me lleva a decir que fue un error haber hecho  campaña por Humala para impedir el regreso del fujimorismo. Todo lo contario, estoy seguro  que quienes nos ubicamos en esa posición volveríamos a hacer lo mismo y mucho más, sobre todo  cuando vemos a los fujimoristas  actuar  igual que antes,  en base a  mentiras, prepotencia y  amenazas. Si así son en la oposición, cómo habría sido si hubiesen logrado regresar al poder.