Producto de este fenómeno, una llamarada solar viaja a 600 kilómetros por segundo hacia la Tierra y podría causar una tormenta geomagnética. Es decir, las partículas solares pueden afectar las redes eléctricas y los sistemas de telecomunicaciones.
Esto porque la tecnología moderna es altamente dependiente de las señales de radio que pasan a través de la ionosfera a los satélites y viceversa y la erupción podría bloquear esta comunicación.
Pese a que la NASA ha dicho que es "poco probable" que la tormenta cause interferencias, recomendó al centro de meteorología espacial de la Administración Nacional de Océanos y Atmósfera (NOAA) de Estados Unidos estar pendiente de la información que pueda ser recopilada.
Esto se suma al trabajo que realizan en la agencia espacial con las imágenes que capta el telescopio High Resolution Coronal Imager (Hi-C), que estudia la parte más caliente del Sol, para ayudar a elaborar mejores predicciones del clima espacial.
Los científicos ya han advertido que una mancha solar ha comenzado a apuntar nuestro planeta y puede romper la calma que se registraba en el espacio durante el último siglo.