Estas pintas sobre las fachadas de las paredes tayabambinas representan una cierta degeneración en la conducta social de los jóvenes que las estampan, puesto que estas prácticas son más usuales en los suburbios de las grandes ciudades en donde prima la ley de las bandas delictivas o en las áreas donde domina la subversión o el terrorismo.
Si bien es cierto el arte tiene que estar en la calle, a cualquier nivel y a la vista de todos, expresarse, y reinventarse a cada momento como el grafiti; sin embargo en la ciudad, este arte no ha tomado una dirección adecuada, puesto que se vienen dañando fachadas de hoteles, casas, iglesias e instituciones educativas, en donde se manchan con signos violentos que sólo destacan la degradación del entorno, dejando de ser una expresión artística y convirtiéndose en vandalismo.
En la calle Enrique Marquina, las fachadas de las viviendas e instituciones son las más afectadas; la pared de la I.E. 81034 prácticamente está pintada con letras negras de lado a lado, mas parece una pared de una cárcel que de una escuela de niños.
Otras áreas que también están dañadas por esta práctica antisocial, son algunos banners que promocionan a nuestra provincia en la Plaza de Armas.
Recordemos que las fachadas son el contorno y la historia de nuestro distrito, que garantiza la memoria de un pueblo en permanente evolución, pero al ser deterioradas lo único que producen es la autodestrucción de una cultura en desarrollo.
Según algunos profesionales que opinaron sobre el particular, coincidieron en que los padres de familia deben ofrecer más espacios de dialogo con sus hijos, especialmente adolescentes, para que posteriormente no tenga la vergüenza recogerlos de las comisarias, puesto que los dueños de las viviendas afectadas y las autoridades responsables de las áreas públicas deberán tomar acciones legales para frenar este tipo de vandalismo de destrucción.